Te echo de menos... Igual que se echa de menos el tiempo que pasa y ya no volvera. Igual que las aves en jaulas echan de menos su libertad.
Te extraño demasiado ultimamente. Se que ya no nos vemos, que nada es igual, y que no estás por aqui, pero no puedo dejar de acordarme de los buenos tiempos y de todas aquellas risas que lanzamos juntos al aire.
Recuerdo una tarde, en mi casa, en el sofá... Estábamos viendo una película con un amigo, los tres juntos. Él se quedó dormido, y tu me abrazaste, y me hiciste caricias. No fue nada mas, algo sencillo, inocente, y yo me recosté sobre tu hombro y me quedé ahí abrazada. No recuerdo la película ni creo que nunca lo haga, pero ese momento está grabado a fuego en mi memoria.
Recuerdo otra tarde, o quizás fuese la misma, quien sabe. Estábamos otra vez los tres en mi casa, de nuevo en mi sofá, y yo estaba triste, muy muy triste. Se que estabais allí para animarme, y se que ambos sabiais que odio las cosquillas con toda mi alma, y aun así, me mataste a cosquillas en aquel sofá, me hiciste reir y reir sin parar a pesar de que mi corazon solo quería llorar. Y entonces lo supe. Supe que, a pesar de todas las veces que te había dicho que no solo por miedo a la edad, tu eras el único que sabía hacerme sonreir, que eras importante, especial, y que ya nunca podría sacar ese sentimiento de mi cabeza, mi alma ni mi corazón.
Te echo de menos igual que hasta tu algunas veces me echas en falta.
Te extraño demasiado ultimamente. Se que ya no nos vemos, que nada es igual, y que no estás por aqui, pero no puedo dejar de acordarme de los buenos tiempos y de todas aquellas risas que lanzamos juntos al aire.
Recuerdo una tarde, en mi casa, en el sofá... Estábamos viendo una película con un amigo, los tres juntos. Él se quedó dormido, y tu me abrazaste, y me hiciste caricias. No fue nada mas, algo sencillo, inocente, y yo me recosté sobre tu hombro y me quedé ahí abrazada. No recuerdo la película ni creo que nunca lo haga, pero ese momento está grabado a fuego en mi memoria.
Recuerdo otra tarde, o quizás fuese la misma, quien sabe. Estábamos otra vez los tres en mi casa, de nuevo en mi sofá, y yo estaba triste, muy muy triste. Se que estabais allí para animarme, y se que ambos sabiais que odio las cosquillas con toda mi alma, y aun así, me mataste a cosquillas en aquel sofá, me hiciste reir y reir sin parar a pesar de que mi corazon solo quería llorar. Y entonces lo supe. Supe que, a pesar de todas las veces que te había dicho que no solo por miedo a la edad, tu eras el único que sabía hacerme sonreir, que eras importante, especial, y que ya nunca podría sacar ese sentimiento de mi cabeza, mi alma ni mi corazón.
Te echo de menos igual que hasta tu algunas veces me echas en falta.
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